El pergamino número siete
Me reiré del mundo.
Ningún ser viviente puede reírse, con la excepción del
hombre. Los árboles tal vez se desangren cuando son heridos, y las bestias del
campo se quejarán de dolor y de hambre, y sin embargo sólo yo tengo el don de
la risa y es un don que puedo usar cuando quiero. De aquí en adelante cultivaré
el hábito de la risa.
Sonreiré y mi digestión mejorará; me reiré y mis cargas
serán aliviadas; me reiré y mi vida será alargada, porque éste es el gran
secreto de la larga vida y es ahora mío.
Me reiré del mundo.
Y especialmente, me reiré de mí mismo porque el hombre es lo
más cómico cuando se toma demasiado en serio. Nunca caeré en esta trampa de la
mente. Porque aunque sea el más grande milagro de la naturaleza, ¿no soy aún un
mero grano de arena sacudido por los vientos del tiempo? ¿Sé en realidad de
dónde vine y a dónde voy? ¿Mi preocupación por este día no parecerá nada dentro
de diez años? ¿Por qué permitiré, que los acontecimientos insignificantes del
hoy me perturben? ¿Qué puede acontecer antes de que se ponga este sol que no
parecerá insignificante en el río de los siglos?
Me reiré del mundo.
¿Y cómo me reiré cuando me confronta un hombre o acciones
que me ofenden y que provocan mis lágrimas y maldiciones? Tres palabras
aprenderé a repetir hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que
inmediatamente aparecerán en mi mente siempre que el buen humor amenace
apartarse de mí. Estas palabras, transmitidas por los antiguos, me harán
triunfar en la adversidad y mantendrán mi vida en equilibrio. Estas tres
palabras son: “Esto pasará también”.
Me reiré del mundo.
Porque todas las cosas mundanales cesarán, cuando me sienta
profundamente acongojado me consolaré pensando que esto pasará también; mando
me sienta orgulloso del éxito me advertiré que esto pasará también. Cuando me
sienta oprimido por la pobreza me diré que esto pasará también; cuando esté
agobiado de riquezas Recordaré que esto pasará también. Ciertamente, ¿dónde
está aquel que edificó la pirámide? ¿No está sepultado dentro de sus piedras?
¿Y la pirámide algún día no quedará sepultada bajo la arena? ¿Si todas estas
cosas pasarán, por qué debo preocuparme del hoy?
Me reiré del mundo.
Pintaré este día con risas; pondré marco a esta noche con
una canción. Nunca trabajaré para ser feliz; más bien trabajaré con ahínco para
no estar triste. Disfrutaré hoy de la felicidad de hoy. No es vino a guardarse
en una vasija. No es grano para ser almacenado en una caja. No puede
conservarse para mañana. Debe sembrarse y cosecharse el mismo día y esto haré
de hoy en adelante.
Me reiré del mundo.
Y con mi risa todas las cosas quedarán reducidas a su justa
medida. Me reiré de mis fracasos y se desvanecerán en nubes de nuevos sueños;
me reiré de mis éxitos y quedarán reducidos a su verdadero valor. Me reiré del
mal, que sucumbirá sin ser probado. Me reiré de la bondad, y ésta prosperará y
abundará. El día será triunfante sólo cuando mis sonrisas provoquen sonrisas en
otros, y esto lo hago por interés, porque aquellos a quienes les hago mal gesto
no compran mis mercancías.
Me reiré del mundo.
De aquí en adelante derramaré solo lágrimas de sudor, porque
las lágrimas que nacen de la tristeza, del remordimiento, de la frustración no
tienen valor en el mercado, mientras que cada sonrisa puede ser canjeada por
oro y cada palabra bondadosa, hablada desde el corazón, puede edificar un
castillo.
Nunca permitiré que me vuelva tan importante, tan sabio, tan
grave y reservado, tan poderoso, que me olvide de reírme de mí mismo y de mi
mundo. En este asunto seguiré siempre siendo un niño, porque solo como un niño
se me ha otorgado la habilidad de admirar a los demás; y mientras admire a otro
nunca me formaré una opinión excesiva de mí mismo.
Me reiré del mundo.
Y mientras pueda reírme no seré jamás pobre. Este es
entonces uno de los mayores dones de la naturaleza, y no lo malgastaré más. La
risa y la felicidad son vecinos, caminan mano a mano. La risa me dará la
felicidad y el éxito, con la risa puedo disfrutar de los frutos de mi trabajo.
Si no fuera así, sería mejor que fracasara. La felicidad es el vino que afina
el gusto de la comida. Para disfrutar del éxito debo tener felicidad, y la risa
será la doncella que me sirve.
Seré feliz; en este caso sólo tendré éxito. ¡Seré el más
grande vendedor que el mundo ha conocido!
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